31 de mayo de 2009

Red, Red ... wine.

Ella llegó, de improviso, como siempre. Si no me equivoco yo ya iba terminando la tercera copa. Cuando terminé de tomarla empecé automaticamente la cuarta. Siempre con la compulsividad. Empecé a mirar la copa, con ternura y no pasión, cosa que suele suceder de forma extraña. Luego de un rato lo que había dentro de la copa, mágicamente, se había extinguido. Y de nuevo, mágicamente, empezó el diálogo.

- Ya no sé que hacer, realmente ya no lo sé. - Le dije sin mirarla.
- Segura, así segura que no sabes? - Me preguntó.
- No sé ... -Vacilé.
- Ves, realmente no estas segura. - Me respondió.
- No es que no sepa, es que realmente, ya todo perdió la lógica. - Le dije.
- Eso tiene muchísimo más sentido. - Me dijo sonriendo.



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Pasaban los segundos, los minutos, las horas. 

Después de eso seguí pensando. Luego me di cuenta de que vivía un espiral a diario, que sabía perfectamente lo que quería, cuales eran mis sueños, que tenía que hacer para lograrlos, que era lo que me faltaba, que era lo que me servía, que era lo que sobraba. 

Y me pasé pensando todo eso, mientras el líquido tinto dentro de la botella se iba extinguiendo. 

Y es que está bien, que este relativamente chica, que no voy a volver a tener 20 años nunca más, que nunca voy a volver a vivir lo que he vivido, que las oportunidades solo vienen una vez y todas esas frases hechas que alguna vez escuché, pues sí, eso es bastante cierto.

Despúes de un rato empecé a volar dentro de mi mente, de todo lo que ya había meditado.
Más tarde me di cuenta que era muy cómodo de mi parte seguir echándole la culpa al resto y actuar como la pobre víctima de las circunstancias.
Si bien es cierto que el ambiente influye no es determinante.





GRACIAS POR VENIR A VISITARME, MI QUERIDA CONCIENCIA.

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